
Basta alzar la vista al cielo para encontrarla, roja, gris o dorada, tan diminuta como una perla engastada en la oscuridad o tan grande que parece abarcar todo el horizonte enigmática como siempre.
Basta alzar la vista al cielo para encontrarla, roja, gris o dorada, tan diminuta como una perla engastada en la oscuridad o tan grande que parece abarcar todo el horizonte enigmática como siempre.